POR UNA ECOLOGÍA
INTEGRAL (5)
Hacia una nueva
cultura ecológica
Reflexiones en torno a la Carta
Encíclica Laudato Si del Papa
Francisco, compartidas por Mons. Rogelio Cabrera López, Arzobispo de
Monterrey, y Mons. Juan Armando Pérez Talamantes, Obispo Auxiliar de Monterrey, en el
Senado de la República con motivo del Foro “La pobreza y el cambio
climático”.
+ El sentido humano de
la ecología: hacia una ecología integral (Cap 4).
Esta
es, quizá, la clave de todo el documento. Nos dice el Papa Francisco que no hay
dos crisis separadas, una ambiental y otra social. Requerimos una aproximación
integral para combatir la pobreza, para devolver la dignidad a los excluidos y
para, simultáneamente, cuidar la naturaleza. Es aquí donde se fundamenta
nuestra propuesta: considerar a la ecología no sólo como una ciencia social,
sino también humana, integral, capaz de convertirse en una cultura que impregna
todas nuestras instituciones, y que nos lleva a considerar nuestros bienes,
nuestras actividades, bajo la categoría de respeto.
+ La íntima relación
entre los pobres y la fragilidad del planeta (Cap 4).
En
el mundo actual, donde hay tantas inequidades y cada vez son más las personas
descartables, innecesarias para los criterios productivos, privadas de derechos
humanos básicos, el principio del bien común se convierte en un llamado a la
solidaridad y en una opción preferencial por los más pobres. El Papa Francisco
nos invita a contemplar -no sólo ver, ni siquiera mirarante todo la inmensa
dignidad del pobre a la luz de las más hondas convicciones creyentes. Basta
contemplar la realidad para entender que hoy, esta opción es una exigencia
ética fundamental para la realización efectiva del bien común.
+ La grave
responsabilidad de la política internacional y local (Cap 5).
El
Papa Francisco es crítico, y denuncia que la crisis financiera de 2007-2008 era
la ocasión para el desarrollo de una nueva economía internacional. Pero no hubo
una reacción que llevara a repensar los criterios obsoletos que siguen rigiendo
el mundo. Recuerda que la política no debe someterse a la economía. Y fija la
posición del Magisterio de la Iglesia: ella no pretende definir las cuestiones
científicas ni sustituir a la política; pero invita a un debate honesto y
transparente, para que los intereses particulares o las ideologías no afecten
al bien común, para que se atienda siempre, como prioritarias, a las
necesidades de los más pobres.
+ La cultura del
descarte y la propuesta de un nuevo estilo de vida: la conversión ecológica
(Cap 6).
Si
Aparecida ya nos había sorprendido con la “conversión pastoral”, ahora el Papa
Francisco nos invita a una nueva conversión ecológica, que implica dejar brotar
todas las consecuencias de nuestro encuentro con Jesucristo en las relaciones
con el mundo que los rodea. Vivir la vocación de ser protectores de la obra de
Dios es parte esencial de nuestro ser discípulos de Jesucristo. Esta conversión
supone diversas actitudes que se conjugan para movilizar un cuidado generoso y
lleno de ternura. En primer lugar implica gratitud y gratuidad. También la
amorosa conciencia de no estar desconectados de las demás criaturas, y
creatividad y entusiasmo para no creer que la conversión significa sólo “dejar”
sino, sobre todo “abrazar”.
+ La invitación a
buscar otros modos de entender la economía y el progreso: la responsabilidad
social del consumidor (Cap 6).
El
Papa Francisco llega, inclusive, a propuestas muy concretas. Un ejemplo.
Cambiar nuestros estilos de vida, apostando por una mayor austeridad, por el
desprendimiento y la generosidad, podría ejercer una sana presión sobre los que
tienen poder económico, político y social. Propone un nuevo concepto: la responsabilidad
social de los consumidores. Ella supondrá no sólo ser más cuidadosos a la hora
de adquirir un producto, sino superar el individualismo, que nos permita
desarrollar un estilo de vida alternativo, más preocupado por las necesidades
de los demás que de las propias. Ello hará posible un cambio importante en la
sociedad, que repercutirá un una mejora del medio ambiente.
+ Contemplación
gozosa de la naturaleza (Cap 6).
Si
en la Evangelii Gaudium (la alegría
del Evangelio), el Papa Francisco enfatizaba la dimensión gozosa del
seguimiento discipular de Jesucristo, ahora nos invita a la contemplación
gozosa de la naturaleza. Gozo, sin embargo, que no es sinónimo de simple
distracción sino de paz, de serenidad y concentración en lo verdaderamente importante:
el amor. El Papa Francisco no puede ocultar su amor a la Virgen María, y cierra
su encíclica proclamándola reina de todo lo creado, la que cuida con amor
fraterno este mundo maltrecho y herido, la gran doctora de este gran hospital
en el que el Papa quiere que se convierta la Iglesia, junto a José, quien la
defendió a ella y a su Hijo, quien también defiende desde el cielo a la
naturaleza.
5. Retos que la LS
plantea a nuestra realidad
5.1. Reto Legal.
El
Papa Francisco insiste en que las conferencias mundiales que buscan proteger al
medio ambiente, si no han fracasado, al menos no han dado los resultados
esperados. No podemos permitir que eso mismo nos suceda a nivel nacional. Y es
que daría la impresión de que, después de un crecimiento en el interés por
combatir a la contaminación, con la creación de instancias gubernamentales
encargadas de atender la problemática, a mediados del siglo pasado, y con
medidas como el “Hoy no circula” en épocas recientes, se ha dado una especie de
impasse en esta preocupación.
Necesitamos
incrementar la cantidad y la calidad de políticas públicas que, basadas en
legislaciones existentes, o presionando para que surjan nuevas, podamos abatir
los índices de contaminación en nuestro país. Confiamos en que ese fenómeno
llamado corrupción no se instale también en la necesaria vigilancia de las
empresas contaminantes, por las instancias respectivas. El cuidado del medio
ambiente, como la política en general, no puede someterse a intereses
económicos nacionales o extranjeros.
5.2. Reto Educativo.
La
Encíclica dedica su capítulo sexto al tema de la educación y la ecología, y
menciona las instancias que pueden tomar esta bandera: la familia, los medios
de comunicación, las agrupaciones religiosas y, obviamente, las escuelas. Si se
ha mencionado que el problema fundamental de México es educativo, necesitamos
insertar el tema ecológico en la agenda educativa de los próximos años. Una
educación que va más allá de ayudar a que los niños distingan la basura
orgánica de la inorgánica, y la depositen en sus respectivos contenedores.
Necesitamos
una educación que coloque al respeto -hacia la naturaleza, a los demás, con
nosotros mismos- como categoría fundamental de comportamiento. Respeto que nos
convertirá en consumidores socialmente responsables, capaces no sólo de exigir
la información nutrimental de cada producto que adquirimos, sino de profundizar
en su posible riesgo contaminante. Una educación, en suma, que reconozca en la
naturaleza no al objeto del que podemos aprovecharnos, sino al sujeto con el
que podemos dialogar.
5.3. Reto Cultural.
Ligado
al reto educativo tenemos el cultural. Y es que el Papa Francisco insiste en
que apostemos por otro estilo de vida, en el que prevalezca la austeridad sobre
el afán de riqueza. No podemos asociar, como pareciera que ya lo hacemos hasta
sin pensar, la inteligencia con la capacidad de especulación. Una persona no es
brillante porque posee muchos bienes materiales, sino porque destaca por su
sensatez y sobriedad. Además, el paradigma del egoísmo, tan imperante en
nuestro país, debe dejar su lugar a la generosidad.
Una
nueva cultura ecológica nos obligará a replantear nuestro concepto de
felicidad, tan asociada al tener y menos al ser. Esta cultura nos permitirá
plantearnos, inclusive, la convivencia social bajo otros criterios, llegando
también a una nueva concepción del amor, más cercana a la propuesta por Nuestro
Señor Jesucristo. Un amor, como lo dice el Papa Francisco, capaz de respetar,
sí a la hermana naturaleza, pero también a nuestros hermanos seres humanos.
Muchas gracias.

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