POR UNA ECOLOGÍA
INTEGRAL (1)
Hacia una nueva cultura
ecológica
Reflexiones en torno a la Carta
Encíclica Laudato Si del Papa
Francisco, compartidas por Mons. Rogelio Cabrera López, Arzobispo de
Monterrey, y Mons. Juan Armando Pérez Talamantes, Obispo Auxiliar de Monterrey, en el
Senado de la República con motivo del Foro “La pobreza y el cambio
climático”.
Agradezco
a la Comisión Especial del Cambio Climático del Senado de la República, al
IMDOSOC y a la Fundación Konrad Adenauer por la invitación al Foro “La pobreza
y el cambio climático”.
Iniciaré
mi ponencia resaltando la importancia de la ecología no sólo como ciencia
natural, para repasar, de manera aproximativa, lo que la Enseñanza Social de la
Iglesia ha dicho al respecto, enfatizando los postulados de la reciente
Encíclica de Su santidad, el Papa Francisco, la Laudato Si (LS). Resaltaré los
ejes temáticos del documento, para concluir con tres retos que el pensamiento
del Papa le plantea a nuestro país en esta materia.
1.- Presupuestos
teológicos
Aunque
en sus orígenes la ecología se concibió como una ciencia natural o exacta,
hacia fines de los 70’s, del siglo pasado, incursionó en los terrenos de las
ciencias sociales. Cuando en 1869, el biólogo alemán Ernst Haeckel, introdujo
el concepto oekologie para referirse a las relaciones de los organismos con el
medio ambiente, jamás imaginó que ese vocablo, convertido posteriormente en
ciencia, llegara a convertirse en tema de interés para la economía, la
política, la ética, la filosofía. No han sido pocos los movimientos sociales,
partidos políticos incluidos, que buscan llamar la atención sobre el progresivo
atentado a la naturaleza que realizamos los seres humanos. Muchas voces, en
ocasiones tildadas de alarmistas, alzan la voz exigiendo de los gobiernos
medidas urgentes para detener la contaminación que ha colaborado en el cambio
climático reciente, en el calentamiento global.
La
teología reciente no ha quedado al margen de esta preocupación. Siguiendo la
línea de la responsabilidad que propone la ética, la teología nos recuerda que
los seres humanos somos colaboradores de Dios en el cuidado de la creación, sus
jardineros. El sentido material de la salvación cristiana es resaltado por
algunos teólogos como Schilliebeeckx: “… la salvación cristiana también tiene
relaciones con la ecología, con los condicionamientos del hombre y con las
cargas que se le imponen en su vida concreta aquí y ahora. Quienes califican
todo esto de ajeno a la salvación cristiana sueñan tal vez con una salvación
para ángeles, pero no para hombres”. La creación es un proceso inacabado,
necesitamos colaborar con Dios en su cuidado, no como simples espectadores,
sino involucrándonos en su correcto desarrollo. La encíclica del Papa
Francisco, Laudato Si, se inscribe, entonces, en este movimiento teológico que
busca recordarnos la responsabilidad que tenemos con el cuidado de la
naturaleza.
El
tema de la Ecología forma parte de la Enseñanza Social de la Iglesia, y varios
Papas se han preocupado por el cuidado de la naturaleza. El Concilio Ecuménico
Vaticano II, al estudiar diversos textos bíblicos que presentan a la creación
como un regalo divino, recuerdan que el ser humano está llamado a alabar a Dios
al contemplar la naturaleza. En ese tenor, la Iglesia Católica siempre ha visto
como algo positivo los avances de la ciencia y de la técnica, en la medida en
que permiten un mayor conocimiento y cuidado del medio ambiente.
Este
respeto hacia la naturaleza debe ser el criterio y punto central de referencia
para los intentos científicos por mejorar la situación del medio ambiente. San
Juan Pablo II afirmó que el ser humano no debe olvidar que su capacidad para
transformar la tierra no le permite: “… disponer arbitrariamente de ella,
sometiéndola sin reservas a su voluntad, como si ella no tuviese una fisonomía
propia y un destino anterior dados por Dios, y que el hombre puede desarrollar
ciertamente, pero que no debe traicionar”. Ya desde Pablo VI se había llamado
la atención sobre la crisis que el mundo moderno ha acentuado en la relación entre
el ser humano y el medio ambiente. Crisis que puede observarse desde dos
ángulos. Por una parte, la reducción utilitaria de la naturaleza a un mero
objeto de manipulación y explotación y, por otra, su absolutización, casi
divinización, que la coloca por encima del mismo ser humano.
La
ESI es enfática: el medio ambiente es un bien colectivo. Por ello, la
responsabilidad de su cuidado es de todos, personas y sujetos institucionales.
Además, ya desde Pablo VI se afirmaba que esta responsabilidad se extiende no
sólo a las exigencias del presente, sino también a las del futuro: “Herederos
de generaciones pasadas y beneficiándonos del trabajo de nuestros
contemporáneos, estamos obligados para con todos, y no podemos desinteresarnos
de los que vendrán a aumentar todavía más el círculo de la familia humana”.
Mención
especial merecen los pueblos indígenas, cuando hablamos del cuidado del
planeta. Y es que su relación con la tierra y sus recursos es una expresión
fundamental de su identidad. Es en este punto en donde la ESI, previa al Papa
Francisco, insiste en algo que él tocará de lleno en la LS: los bienes de la
tierra han sido creados por Dios para ser utilizados por todos y no sólo por
algunos, por lo que la avidez, individual o colectiva, es contraria al orden de
la creación. La justicia y la caridad son los criterios que deben prevalecer a
la hora de la distribución de los bienes, por lo que es preciso deshacer la
compleja y dramática relación que existe entre crisis ambiental y pobreza.
La
conversión ecológica, de la que hablará el Papa Francisco en su LS, ya se
apuntaba desde Juan Pablo II, cuando invitaba a nuevos estilos de vida,
presididos por la sobriedad, la templanza, la autodisciplina, tanto a nivel
personal como social. Todo ello con una actitud de agradecimiento hacia Dios
por el don de su creación. Benedicto XVI no sólo mantiene la preocupación por
el cuidado del medio ambiente que manifestó su predecesor, sino que se preocupa
de manera constante sobre la ecología. El Papa emérito señaló con especial
énfasis la vinculación existente entre la ecología natural, el respeto a la
naturaleza, y la ecología humana: “La experiencia demuestra que toda actitud
irrespetuosa con el medio ambiente conlleva daños a la convivencia humana y
viceversa”.
Si
buscáramos establecer unas constantes en los pronunciamientos de la ESI sobre
el cuidado del medio ambiente, tendríamos que señalar las siguientes:
+
El respeto a la naturaleza es el criterio que debe prevalecer en las
investigaciones científicas.
+
Todos somos responsables del cuidado del medio ambiente.
+
La creación merece una actitud de contemplación hacia ella, y de gratitud hacia
Dios por ese gran regalo que nos ha hecho.
+
La afectación del medio ambiente afecta a los más pobres, en especial a los pueblos
indígenas.
+
Existe una íntima relación entre la ecología natural y le ecología humana.
+
Los seres humanos necesitamos un estilo de vida más sobrio y austero.

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