sábado, 7 de noviembre de 2015

POR UNA ECOLOGÍA INTEGRAL (PRIMERA PARTE)


POR UNA ECOLOGÍA INTEGRAL (1)
Hacia una nueva cultura ecológica

Reflexiones en torno a la Carta Encíclica Laudato Si del Papa Francisco, compartidas por Mons. Rogelio Cabrera López, Arzobispo de Monterrey, y Mons. Juan Armando Pérez Talamantes, Obispo Auxiliar de Monterrey, en el Senado de la República con motivo del Foro “La pobreza y el cambio climático”.

Agradezco a la Comisión Especial del Cambio Climático del Senado de la República, al IMDOSOC y a la Fundación Konrad Adenauer por la invitación al Foro “La pobreza y el cambio climático”.

Iniciaré mi ponencia resaltando la importancia de la ecología no sólo como ciencia natural, para repasar, de manera aproximativa, lo que la Enseñanza Social de la Iglesia ha dicho al respecto, enfatizando los postulados de la reciente Encíclica de Su santidad, el Papa Francisco, la Laudato Si (LS). Resaltaré los ejes temáticos del documento, para concluir con tres retos que el pensamiento del Papa le plantea a nuestro país en esta materia.

1.- Presupuestos teológicos

Aunque en sus orígenes la ecología se concibió como una ciencia natural o exacta, hacia fines de los 70’s, del siglo pasado, incursionó en los terrenos de las ciencias sociales. Cuando en 1869, el biólogo alemán Ernst Haeckel, introdujo el concepto oekologie para referirse a las relaciones de los organismos con el medio ambiente, jamás imaginó que ese vocablo, convertido posteriormente en ciencia, llegara a convertirse en tema de interés para la economía, la política, la ética, la filosofía. No han sido pocos los movimientos sociales, partidos políticos incluidos, que buscan llamar la atención sobre el progresivo atentado a la naturaleza que realizamos los seres humanos. Muchas voces, en ocasiones tildadas de alarmistas, alzan la voz exigiendo de los gobiernos medidas urgentes para detener la contaminación que ha colaborado en el cambio climático reciente, en el calentamiento global.

La teología reciente no ha quedado al margen de esta preocupación. Siguiendo la línea de la responsabilidad que propone la ética, la teología nos recuerda que los seres humanos somos colaboradores de Dios en el cuidado de la creación, sus jardineros. El sentido material de la salvación cristiana es resaltado por algunos teólogos como Schilliebeeckx: “… la salvación cristiana también tiene relaciones con la ecología, con los condicionamientos del hombre y con las cargas que se le imponen en su vida concreta aquí y ahora. Quienes califican todo esto de ajeno a la salvación cristiana sueñan tal vez con una salvación para ángeles, pero no para hombres”. La creación es un proceso inacabado, necesitamos colaborar con Dios en su cuidado, no como simples espectadores, sino involucrándonos en su correcto desarrollo. La encíclica del Papa Francisco, Laudato Si, se inscribe, entonces, en este movimiento teológico que busca recordarnos la responsabilidad que tenemos con el cuidado de la naturaleza.

El tema de la Ecología forma parte de la Enseñanza Social de la Iglesia, y varios Papas se han preocupado por el cuidado de la naturaleza. El Concilio Ecuménico Vaticano II, al estudiar diversos textos bíblicos que presentan a la creación como un regalo divino, recuerdan que el ser humano está llamado a alabar a Dios al contemplar la naturaleza. En ese tenor, la Iglesia Católica siempre ha visto como algo positivo los avances de la ciencia y de la técnica, en la medida en que permiten un mayor conocimiento y cuidado del medio ambiente.

Este respeto hacia la naturaleza debe ser el criterio y punto central de referencia para los intentos científicos por mejorar la situación del medio ambiente. San Juan Pablo II afirmó que el ser humano no debe olvidar que su capacidad para transformar la tierra no le permite: “… disponer arbitrariamente de ella, sometiéndola sin reservas a su voluntad, como si ella no tuviese una fisonomía propia y un destino anterior dados por Dios, y que el hombre puede desarrollar ciertamente, pero que no debe traicionar”. Ya desde Pablo VI se había llamado la atención sobre la crisis que el mundo moderno ha acentuado en la relación entre el ser humano y el medio ambiente. Crisis que puede observarse desde dos ángulos. Por una parte, la reducción utilitaria de la naturaleza a un mero objeto de manipulación y explotación y, por otra, su absolutización, casi divinización, que la coloca por encima del mismo ser humano.

La ESI es enfática: el medio ambiente es un bien colectivo. Por ello, la responsabilidad de su cuidado es de todos, personas y sujetos institucionales. Además, ya desde Pablo VI se afirmaba que esta responsabilidad se extiende no sólo a las exigencias del presente, sino también a las del futuro: “Herederos de generaciones pasadas y beneficiándonos del trabajo de nuestros contemporáneos, estamos obligados para con todos, y no podemos desinteresarnos de los que vendrán a aumentar todavía más el círculo de la familia humana”.

Mención especial merecen los pueblos indígenas, cuando hablamos del cuidado del planeta. Y es que su relación con la tierra y sus recursos es una expresión fundamental de su identidad. Es en este punto en donde la ESI, previa al Papa Francisco, insiste en algo que él tocará de lleno en la LS: los bienes de la tierra han sido creados por Dios para ser utilizados por todos y no sólo por algunos, por lo que la avidez, individual o colectiva, es contraria al orden de la creación. La justicia y la caridad son los criterios que deben prevalecer a la hora de la distribución de los bienes, por lo que es preciso deshacer la compleja y dramática relación que existe entre crisis ambiental y pobreza.

La conversión ecológica, de la que hablará el Papa Francisco en su LS, ya se apuntaba desde Juan Pablo II, cuando invitaba a nuevos estilos de vida, presididos por la sobriedad, la templanza, la autodisciplina, tanto a nivel personal como social. Todo ello con una actitud de agradecimiento hacia Dios por el don de su creación. Benedicto XVI no sólo mantiene la preocupación por el cuidado del medio ambiente que manifestó su predecesor, sino que se preocupa de manera constante sobre la ecología. El Papa emérito señaló con especial énfasis la vinculación existente entre la ecología natural, el respeto a la naturaleza, y la ecología humana: “La experiencia demuestra que toda actitud irrespetuosa con el medio ambiente conlleva daños a la convivencia humana y viceversa”.

Si buscáramos establecer unas constantes en los pronunciamientos de la ESI sobre el cuidado del medio ambiente, tendríamos que señalar las siguientes:

+ El respeto a la naturaleza es el criterio que debe prevalecer en las investigaciones científicas.
+ Todos somos responsables del cuidado del medio ambiente.
+ La creación merece una actitud de contemplación hacia ella, y de gratitud hacia Dios por ese gran regalo que nos ha hecho.
+ La afectación del medio ambiente afecta a los más pobres, en especial a los pueblos indígenas.
+ Existe una íntima relación entre la ecología natural y le ecología humana.
+ Los seres humanos necesitamos un estilo de vida más sobrio y austero.




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