DOMINGO DE LA
SOLEMNIDAD DE
NTRO. SR. JESUCRISTO, REY DEL UNIVERSO
22 de Noviembre de 2015
Rey de reyes
Hoy celebramos el último domingo del Tiempo Ordinario. Lo hacemos con la solemnidad de Cristo Rey del Universo. Con esta celebración conclusiva, daremos paso a la gozosa apertura del Año de la Misericordia (próximo 8 de diciembre), en el nuevo Año Litúrgico, que comenzaremos el domingo próximo siguiente.
Los
Evangelios de la Infancia, Mateo y Lucas, nos hablan del modo prodigioso del
nacimiento de Jesús. Y entorno a este nacimiento, oculto y desconocido,
resonaba el himno de alabanza de los coros celestiales, que cantaban: gloria y
paz (cf. Lc 2,13-14).
Jesús
nacía rodeado de eventos especiales, aún visibles en la misma naturaleza. El
Evangelio nos narra, por ejemplo, que una luz, si bien discreta, apareció para
anunciar este acontecimiento. La luz apareció en la tierra, y se proyectaba con
fuerza en los cielos. Así la vieron los magos de Oriente.
Todo
eso es porque ha nacido el Rey de los Judíos. El mismo que había sido anunciado
por los profetas de la antigüedad y que habían ‘esperado’ los patriarcas de Israel.
En efecto, en Jesús, todas las naciones serán bendecidas y beneficiadas.
El
libro de Números lo comunica de la siguiente manera: “De Jacob, avanza una
estrella, un cetro surge de Israel” (24,17). El descendiente de Abraham, de
Isaac, de Jacob, el Hijo de David, Jesús tendrá el cetro del poder, será el Rey
de Israel.
Señor, Tú eres nuestro Rey
En el
Evangelio de hoy, Juan 18, 33-37, Jesús es llevado traído para ser enjuiciado.
Da muestras de una entereza admirable, de una paciencia sin límites. De Anás va
a Caifás, y luego a Pilato. Cuando lo acusaron de facineroso, cosa que no le
podían probar, Él, de pie, lo sobrellevó todo en silencio. Cuando le preguntó
acerca del Reino, le respondió a Pilato, pero llevándolo a niveles superiores.
Al leer
el Evangelio una pregunta que nos viene es: ¿Por qué Pilato no examinó a Jesús
delante del pueblo, sino lo hace al interior del pretorio? Similar al caso de
Herodes hacia el Bautista, Pilato tenía gran estima de Jesús y quería examinar
la causa cuidosamente, lejos del tumulto.
Pilato
está entre dos frentes. Libra una tremenda lucha interior. Por un lado, tiene
la convicción, cada vez más profunda, de la inocencia de Jesús, y, por otro, se
halla maniatado por la presión judía que le obliga a condenarlo.
En el
proceso que se lleva a cabo, Pilato va a averiguar la realiza de Cristo. Cuando
le preguntó: “¿Qué has hecho?”. Jesús nada le responde; en cambio, sí responde
acerca del Reino. Cristo le puntualiza: “Mi Reino no es de este mundo”. Eso no
lo quería Pilato saber.
Jesús,
empero, le está diciendo: En verdad soy Rey, pero no como tú lo sospechas, sino
rey mucho más espléndido. El Hijo de María no ha venido a garantizar su
soberanía, sino a revelar, dar a conocer, a manifestar a Dios, que es la Verdad
total.
Pilato
no comprende. Para un gobernante (una excepción notable es la de Solón, en
Grecia), discursos abstractos acerca de la verdad, no son su preocupación
primaria.
Pilato,
lleno de curiosidad le devuelve la interrogante pregunta: “¿Con que Tú eres
rey?”
Jesús
le contesta con la verdad, pues ha venido para ser testigo de la Verdad. Luego
le lanza una invitación a Pilato: “Todo el que es de la verdad, escucha mi
voz”.
Finalmente,
a propósito de la aparición de Cristo como Rey, Cromancio de Aquileya escribe:
“Todos vieron la estrella, pero no todos comprendieron su sentido. Del mismo
modo, nuestro Señor y Salvador nació para todos, pero no todos lo acogieron”.
¡Cristo
vence, Cristo reina!
Mons.
José Francisco González González
XIV
Obispo de Campeche

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