LA MEDALLA DE SAN
BENITO ABAD
Artículo escrito
por el Pbro. Fabricio
Calderón, Párroco de la Comunidad de Ntra. Sra. de
Guadalupe, en san Francisco de Campeche, Cam.
Actualmente tiene mucho auge entre los
católicos la medalla de san Benito, la cual tiene una gran demanda en las
tiendas que ofrecen artículos religiosos, ya que esta medalla es muy famosa por
su extraordinaria eficacia en el combate contra el mal y todas sus
manifestaciones.
La medalla de San Benito une su fuerza
exorcizante a la Cruz Cristo, signo de la salvación y liberación de todo mal.
Sin embargo, hay que recordar que la
medalla de San Benito no es un amuleto, sino que se trata de un sacramental,
por la oración con la que se bendice, acompañada de la señal de la cruz y la
aspersión con el agua bendita, que recuerda nuestro bautismo.
El Catecismo de la Iglesia Católica, en
su número 1667, enseña que los sacramentales son «signos sagrados con los
que, imitando de alguna manera a los sacramentos, se expresan efectos, sobre
todo espirituales, obtenidos por la intercesión de la Iglesia. Por ellos, los
hombres se disponen a recibir el efecto principal de los sacramentos y se
santifican las diversas circunstancias de la vida».
En semejantes términos se expresa la
Constitución Sacrosanctum Concilium, sobre la Sagrada Liturgia (n. 60) y el
cánon 1166 del Código de Derecho Canónico, actualmente vigente en la Iglesia.
Significado de la Medalla de san Benito
Esta medalla tiene un poder grandísimo
sobre el mal. En un lado tiene la imagen de San Benito Abad, y en el otro
muestra la cruz redentora de Jesucristo, signo de nuestra salvación. Las
fuerzas del mal rehúyen la cruz, y con ella, por lo que también rehúyen esta
medalla.
Rodean la cruz cuatro iniciales C.S.P.B.,
que es una frase en latín que explica el fin de esta medalla: Crux Sancti
Patris Benedicti (Cruz del Santo Padre Benito).
Sobre la Cruz, se leen fácilmente las
iniciales de lo que es una oración de exorcismo. En la línea vertical de la
Cruz se lee: C.S.S.M.L., que quiere decir: Crux Sacra Sit
Mihi Lux (La Cruz sagrada sea mi luz). En la línea horizontal de
la misma Cruz, se lee N.D.S.M.D., que significa: Non Draco
sit mihi dux (No sea el dragón mi guía).
Uniendo esas dos líneas se forma un
verso, mediante el cual el cristiano expresa su confianza en la Santa Cruz, y
su resistencia al yugo que el mal quiere imponer.
Alrededor de la medalla hay una
inscripción más extensa, que presenta, en el centro de la parte superior, el
lema benedictino PAX (Paz). Después vienen, de derecha a izquierda, las
siguientes letras: V.R.S.N.S.M.V. y S.M.Q.L.I.V.B.; que expresan
lo siguiente: Vade Retro Satana; Nuncuam Suave
Mihi Vana (¡Apártate, satanás! Nunca me aconsejes tus vanidades).
Según la tradición, estas palabras fueron dichas por San Benito con ocasión de
la tentación que sintió y de la cual triunfó haciendo la señal de la Cruz.
El segundo verso significa Sunt Mala
Quae Libas; Ipse Venena Bibas (La bebida que
ofreces es el mal; bebe tú mismo tu veneno). Estas palabras las dijo san Benito
en el momento en que sus enemigos le presentaron una bebida mortífera, hecho
que quedó al descubierto cuando el vaso que contenía el veneno se quebró al
hacer san Benito la señal de la cruz sobre él, salvándose de ser envenenado
Uso de la Medalla de san Benito
A quienes la llevamos con nosotros,
esta medalla nos recuerda la presencia constante y protectora de Dios, y las
letras del texto de la oración de exorcismo nos hacen saber que la victoria
sobre el demonio proviene de la cruz de Jesucristo, que es luz y guía que se
opone al veneno y a la maldad del demonio, por eso no la llevamos como
superstición para apartar a los malos espíritus, sino porque nos ayuda a tomar
conciencia de que es la presencia del Señor Jesús, además de la vida de la
gracia, lo que nos ayuda a mantener alejado al diablo y sus tentaciones, porque
donde está la gracia divina no se puede aproximar el demonio.
La lucha contra las tentaciones no
falta porque el mal quiere desviarnos del camino que conduce hacia Dios; la medalla
de san Benito resulta de utilidad porque nos invita a la oración, a hacer la
señal de la cruz, a invocar al Señor Jesús, a la Virgen María, a los santos.
No se trata únicamente de llevar con
nosotros, o tener en casa, la Medalla de san Benito para vencer el mal, las
tentaciones, el pecado. «Los sacramentales no confieren la gracia del
Espíritu Santo a la manera de los sacramentos, pero por la oración de la
Iglesia preparan a recibirla y disponen a cooperar con a ella» (Catic
1670). Por tanto, hay que vivir en comunión con la comunidad eclesial, orar y
recibir frecuentemente los sacramentos, para que la gracia de Dios nos ayude a
vencer el mal en nuestra vida.
«La liturgia de los sacramentos y de los sacramentales hace que, en
los fieles bien dispuestos, casi todos los acontecimientos de la vida [...]
sean santificados por la gracia divina que emana del misterio Pascual de la
pasión, muerte y resurrección de Cristo, de quien reciben su poder todos los
sacramentos y sacramentales, y que todo uso honesto de las cosas materiales
pueda estar ordenado a la santificación del hombre y a la alabanza de Dios»
(SC 61).

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