FRANCISCO Y EL
ABORTO
Artículo escrito por Mons. Felipe Arizmendi Esquivel, Obispo de san Cristóbal de las Casas, Chiapas.
VER
¡Qué mal
interpretaron algunos la decisión del Papa Francisco de facultar a todos los
sacerdotes para perdonar la excomunión por el pecado del aborto, durante el Año de la Misericordia! Un
periódico de España dijo que esa decisión cimbró a la Iglesia. Otro, de México,
dijo que el Papa abre las puertas, pero que nosotros las cerramos. ¡Cómo se
nota su desconocimiento de la práctica de la Iglesia!
Muchos
obispos, en Cuaresma y Pascua, o en otras ocasiones, damos esta misma facultad
a todos nuestros sacerdotes. Yo lo hago, en Chiapas, desde hace 24 años. Desde
el miércoles de Ceniza hasta el domingo de Pentecostés, todos pueden absolver
de este pecado, cuando el aborto se hace en forma consciente, y levantar la
excomunión que se contrae. Además, nuestros Vicarios Episcopales lo pueden
hacer en forma permanente, en las diferentes zonas o regiones, imponiendo la
debida penitencia.
Nosotros,
los obispos de esta diócesis, cada ocho días, durante la celebración dominical,
nos sentamos a confesar, y son muchos los casos de mujeres, y algunos hombres,
que se acercan a este sacramento, con todo el dolor de lo que hicieron. Al
experimentar la liberación misericordiosa que Dios les concede, brotan
espontáneas las lágrimas de paz y de resurrección. Todo cambia con el perdón.
PENSAR
¿Qué dijo
realmente el Papa sobre el asunto? No niega la gravedad del aborto, pero
advierte que, en muchos casos, hay circunstancias muy dolorosas que llevaron a
tomar esa decisión, y que debemos ofrecer la oportunidad de encontrarse con la
misericordia y el perdón de Dios. Dijo:
“Uno de los graves problemas de nuestro tiempo es, ciertamente, la modificación
de la relación con la vida. Una mentalidad muy generalizada que ya ha provocado
una pérdida de la debida sensibilidad personal y social hacia la acogida de una
nueva vida. Algunos viven el drama del aborto con una consciencia superficial,
casi sin darse cuenta del gravísimo mal que comporta un acto de ese tipo.
Muchos
otros, en cambio, incluso viviendo ese momento como una derrota, consideran no
tener otro camino por donde ir. Pienso, de forma especial, en todas las mujeres
que han recurrido al aborto. Conozco bien los condicionamientos que las
condujeron a esa decisión. Sé que es un drama existencial y moral. He
encontrado a muchas mujeres que llevaban en su corazón una cicatriz por esa
elección sufrida y dolorosa. Lo sucedido es profundamente injusto; sin embargo,
sólo el hecho de comprenderlo en su verdad puede consentir no perder la
esperanza.
El perdón de
Dios no se puede negar a todo el que se haya arrepentido, sobre todo cuando con
corazón sincero se acerca al Sacramento de la Confesión para obtener la
reconciliación con el Padre. También por este motivo he decidido conceder a
todos los sacerdotes para el Año jubilar, no obstante cualquier cuestión
contraria, la facultad de absolver del pecado del aborto a quienes lo han
practicado y arrepentidos de corazón piden por ello perdón.
Los
sacerdotes se deben preparar para esta gran tarea sabiendo conjugar palabras de
genuina acogida con una reflexión que ayude a comprender el pecado cometido, e
indicar un itinerario de conversión verdadera para llegar a acoger el auténtico
y generoso perdón del Padre que todo lo renueva con su presencia” (1-IX-2015).
Y en un
programa grabado antes de su viaje a los Estados Unidos, el Papa dijo a una
madre soltera de ese país: “Gracias,
Rosemary por tu testimonio. Quiero decirte una cosa. Sé que no es fácil ser una
madre soltera, sé que la gente a veces las puede mirar mal, pero te digo una
cosa, eres una mujer valiente porque fuiste capaz de traer estas dos hijas al
mundo. Podrías haberlas matado en tu vientre, y respetaste la vida, respetaste
la vida que tenías dentro tuyo, y eso Dios te lo va a premiar, y te lo premia.
No tengas vergüenza, anda con la frente alta: Yo no maté a mis hijas, las traje
al mundo. Te felicito, te felicito, y que Dios te bendiga”.
ACTUAR
No se niega
la gravedad del crimen del aborto, pero debemos ofrecer la misericordia de Dios
a quien lleva el peso de su culpa, para que disfrute el perdón obtenido por
Jesús en la Cruz.

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