POR EL BIEN DE LA
SOCIEDAD,
DIGAMOS ¡NO A LA MARIHUANA!
Artículo escrito
por el Pbro. Fabricio
Calderón, Párroco de la Comunidad de Ntra. Sra. de
Guadalupe, en san Francisco de Campeche, Cam.
El pasado miércoles 4 de
Noviembre la Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN)
aprobó, con cuatro de cinco votos, un amparo que permite el uso de la
marihuana con fines recreativos a cuatro personas.
Aunque los defensores de la
SCJN dicen que este fallo no implica la legalización de la marihuana, lo cierto
es que abre la puerta al debate, pues aunque este amparo implica únicamente a
las cuatro personas que presentaron el amparo, quienes, ahora con el
aval de la SCJN, podrán consumir, sembrar, poseer y transportar la marihuana
con fines recreativos y lúdicos, otros ciudadanos mexicanos querrán tener
acceso a ese mismo derecho.
Por tal motivo, quiero
compartirles en este espacio que generosamente nos brinda Novedades Campeche
las reflexiones en torno a este análisis y fallo de la SCJN realizó Mons.
Felipe Arizmendi Esquivel, Obispo de san Cristóbal de las Casas, Chiapas.
«La Suprema Corte de Justicia de
la Nación –inicia Monseñor Arizmendi–, que se debería llamar Corte de
Constitucionalidad, o de Legalidad, analiza la permisividad del cultivo, venta
y consumo de marihuana, no por razones médicas y terapéuticas, que en algunos
casos ayuda a mitigar el dolor, sino lúdicas y recreativas; es decir, sólo por
el gusto y placer de sentirse superhéroe, conquistador, valiente y poderoso.
Quienes se sienten fracasados, rechazados,
acomplejados y sin afecto familiar, se compensan con alcohol o drogas, en vez
de enfrentar su situación y crecer en personalidad integral. Autorizarles
legalmente que se droguen, es condenarlos a compensaciones esclavizantes de por
vida.
Supongo que ninguno de los ministros de la Corte ha
sufrido los efectos de esta droga en una persona cercana. Si conocieran el
dolor de una madre, un familiar, un amigo, ante un marihuano, votarían en
contra de esa posible legalidad. Quizá ellos pueden pagar grandes cantidades
mensuales para intentar curar a un adicto en un centro de rehabilitación; pero
la mayoría no lo podrían hacer, y tendrían que soportar a quien se sienta ahora
legalmente autorizado a embrutecerse. Es un sufrimiento muy doloroso. Se
sienten impotentes para reconstruir una personalidad afectada por estas
adicciones.
El hecho de que en algunas partes de Estados Unidos
o de Europa esto ya se haya permitido, no es razón legal. En los lugares donde
más se consume, es donde hay más crímenes sin sentido, más desintegración
familiar, donde se tienen que aplicar más medidas policiacas para controlar a
adictos incontrolables. La venta de armas en Estados Unidos es libre, y
¡cuántos desastres ha causado!
Se argumenta que consumir marihuana es un derecho
de la persona, que es una parte de su libertad, para que logre su desarrollo a
satisfacción. Esto significaría que perder la razón y el control de sí mismo,
por el alcohol o una droga, es un signo de libertad. Significaría aprobar, como
un derecho de su libertad, que los anarquistas y terroristas hicieran cuanto
les viniera en gana, destruyendo vidas y bienes ajenos, pues impedírselo sería
una violación a sus derechos. Eso no es libertad; eso es esclavitud, eso es una
cadena de la que es muy difícil desatarse.
La debilidad humana necesita ciertos controles,
para evitar los abusos que puede generar el mal uso de la libertad. Incentivar
el uso de la marihuana, es un daño a la libertad personal y a la sociedad, pues
habría que tener más policías para controlar a los ingobernables. ¿Sería legal
darles marihuana a los policías y a los militares para que le entren a lo duro
de las acciones que deben realizar? Por favor…
Pensar.- El Papa Francisco ha definido a
la droga como un “flagelo que sigue golpeando en formas y maneras
impresionantes, alimentado por un mercado oscuro, que supera las fronteras
nacionales y continentales”. Y advirtió por ello que “sigue creciendo el
peligro para los jóvenes y los adolescentes”.
Ante tal fenómeno, dijo: "Siento la
necesidad de manifestar mi dolor y mi preocupación. Quiero decir con mucha
claridad que la droga no se vence con la droga. La droga es un mal, y con el
mal no puede haber concesiones o compromisos. Pensar que se pueda reducir el
daño consintiendo el uso de psicofármacos a aquellas personas que siguen usando
drogas, no resuelve el problema.
La legalización de las llamadas 'drogas livianas',
también las parciales, además a ser discutible en el plano legislativo, no
produce los efectos prefijados. Las drogas sustitutivas, además no son una
terapia suficiente, sino un modo velado de rendirse delante del fenómeno.
Quiero reiterar lo que he dicho en otra ocasión: ¡No a cada tipo de droga!
Simplemente no, a cualquier tipo de droga.
Para decir este no, es necesario decir sí a la
vida, sí al amor, sí a los otros, sí a la educación, sí al trabajo, sí a más
fuentes de trabajo. Si se realizan estos 'sí', no hay lugar para la droga, para
el abuso de alcohol, para las otras dependencias” (20-VI-2014).
Actuar.- Cuidemos la armonía familiar y la
educación cristiana de niños, jóvenes y adultos, que son el mejor antídoto ante
esta plaga invasora».
Las leyes son para
proteger a la sociedad, para que las libertades personales no dañen a los
demás, no para legitimar un abuso que destruye personas y familias. Estamos,
pues, en contra de que se libere el uso y la venta de marihuana con fines
lúdicos. Pensemos en el bien de la sociedad, y no nos dejemos llevar por la
corriente, que siempre nos lleva hacia abajo. No la hundamos más en el abismo
del libertinaje. Digamos con firmeza:
¡NO a la legalización de la marihuana!

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