jueves, 5 de noviembre de 2015

¡NO A LA MARIHUANA!: MONS. FELIPE ARIZMENDI ESQUIVEL


¡NO A LA MARIHUANA!

Artículo escrito por Mons. Felipe Arizmendi Esquivel, Obispo de san Cristóbal de las Casas, Chiapas.

La Suprema Corte de Justicia de la Nación, que se debería llamar Corte de Constitucionalidad, o de Legalidad, analiza la legitimidad de permitir la siembra, el cultivo, la venta y el consumo de marihuana, no por razones médicas y terapéuticas, sino lúdicas, es decir, sólo por el placer de consumirlas. Las personas sensatas del pueblo mexicano estaremos siempre en contra de esa posibilidad, aunque los magistrados la aprobaran.

Ignoro si alguno de los ministros de la Corte haya sufrido los efectos de esta droga en uno de sus hijos, o de sus parientes y amigos. No se lo deseo, de corazón. Se arrepentiría para toda su vida, pero ya sin remedio legal. Quizá los ministros puedan pagar grandes cantidades para encerrar a alguien adicto en un centro de rehabilitación; pero la mayoría no lo podrían hacer, y tendrían que soportar y sobrellevar a quien se sienta ahora legalmente autorizado a embrutecerse.

El hecho de que en algunas partes de Estados Unidos o de Europa esto ya se haya permitido, no es razón legal. En esos lugares es donde más se consume, donde hay más crímenes sin sentido, donde hay más desintegración familiar, donde se tienen que aplicar más medidas policiacas para controlar a adictos incontrolables.

Señores ministros, pónganse el corazón en el alma y piensen en tantas familias que actualmente sufren las consecuencias del consumo de marihuana por alguno de sus hijos. Es un sufrimiento muy doloroso. Se sienten impotentes para reconstruir una personalidad afectada por estas adicciones. A veces no ven más remedio que recluirlo en algún anexo o centro apropiado para su rehabilitación, pero con un dolor inmenso en el corazón. 

Es muy triste y deprimente que un expresidente del país ya esté pensando en sembrar y cultivar marihuana, soñando en las enormes ganancias que esto le producirá. Le importa más el dinero que la salud de la sociedad.

Entre otras razones, se dice que legalizar la marihuana es para evitar que su penalización y comercialización genere grandes negocios a los narcotraficantes. También se dice que es para no seguir la guerra declarada de nuestras autoridades contra este comercio ilícito, y así evitar la muerte de muchas personas ajenas al asunto. Se aduce el ejemplo de que, cuando se despenalizó la venta y consumo del alcohol, se acabaron las mafias que se mataban unas a otras por controlar este negocio. Se argumentan conveniencias económicas y políticas, sin entrar en los corazones de quienes sufren estas adicciones, ni profundizar más en sus raíces morales y familiares.

Poner como ejemplo la venta y el uso del alcohol, es no advertir la gravedad del sufrimiento que causa el alcoholismo, en los que padecen esta enfermedad y en su familia. No se han acabado las mafias del alcohol, aunque ahora aparezcan con nombres legales. Ciertamente se eliminó el gran negocio de otros tiempos que significaba su contrabando a grande escala, pero hoy sigue pasando lo mismo en menor escala.

La libre venta y consumo del alcohol genera no sólo grandes ganancias para alguno sin conciencia, sino que ha destruido personas y hogares, no con balas y armamentos sofisticados, sino con la destrucción callada y progresiva que genera el consumo irracional del alcohol. Hay que aprender el ejemplo de varias comunidades que han decidido controlar la venta del alcohol, estableciendo una ley seca, lo que les ha reportado muchos beneficios de toda índole, también económicos y sociales. 

Quienes proponen que haya libertad para vender y consumir marihuana, no se han puesto la mano en el corazón para comprender el embrutecimiento que sufren tanto los negociantes como los consumidores, y sobre todo el dolor y desesperación de sus familias. Sufren la muerte en vida. Si muchos jóvenes han muerto por la droga, y otros sobreviven como cadáveres ambulantes, ¡qué sucederá cuando se tenga libertad para vender y consumir!

Las leyes son para proteger a la sociedad, para que las libertades personales no dañen a los demás, no para legitimar un abuso que destruye personas y familias. Estamos, pues, en contra de que se libere el uso y la venta de marihuana con fines lúdicos. Pensemos en el bien de la sociedad, y no nos dejemos llevar por la corriente, que siempre nos lleva hacia abajo. No lo hundamos más en el abismo del libertinaje.




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