¡NO A LA MARIHUANA!
Artículo escrito por Mons.
Felipe Arizmendi Esquivel, Obispo de san Cristóbal de las Casas, Chiapas.
La
Suprema Corte de Justicia de la Nación, que se debería llamar Corte de
Constitucionalidad, o de Legalidad, analiza la legitimidad de permitir la
siembra, el cultivo, la venta y el consumo de marihuana, no por razones médicas
y terapéuticas, sino lúdicas, es decir, sólo por el placer de consumirlas. Las
personas sensatas del pueblo mexicano estaremos siempre en contra de esa
posibilidad, aunque los magistrados la aprobaran.
Ignoro
si alguno de los ministros de la Corte haya sufrido los efectos de esta droga
en uno de sus hijos, o de sus parientes y amigos. No se lo deseo, de corazón.
Se arrepentiría para toda su vida, pero ya sin remedio legal. Quizá los
ministros puedan pagar grandes cantidades para encerrar a alguien adicto en un
centro de rehabilitación; pero la mayoría no lo podrían hacer, y tendrían que
soportar y sobrellevar a quien se sienta ahora legalmente autorizado a
embrutecerse.
El
hecho de que en algunas partes de Estados Unidos o de Europa esto ya se haya
permitido, no es razón legal. En esos lugares es donde más se consume, donde
hay más crímenes sin sentido, donde hay más desintegración familiar, donde se
tienen que aplicar más medidas policiacas para controlar a adictos
incontrolables.
Señores
ministros, pónganse el corazón en el alma y piensen en tantas familias que
actualmente sufren las consecuencias del consumo de marihuana por alguno de sus
hijos. Es un sufrimiento muy doloroso. Se sienten impotentes para reconstruir
una personalidad afectada por estas adicciones. A veces no ven más remedio que
recluirlo en algún anexo o centro apropiado para su rehabilitación, pero con un
dolor inmenso en el corazón.
Es muy
triste y deprimente que un expresidente del país ya esté pensando en sembrar y
cultivar marihuana, soñando en las enormes ganancias que esto le producirá. Le
importa más el dinero que la salud de la sociedad.
Entre
otras razones, se dice que legalizar la marihuana es para evitar que su
penalización y comercialización genere grandes negocios a los narcotraficantes.
También se dice que es para no seguir la guerra declarada de nuestras
autoridades contra este comercio ilícito, y así evitar la muerte de muchas
personas ajenas al asunto. Se aduce el ejemplo de que, cuando se despenalizó la
venta y consumo del alcohol, se acabaron las mafias que se mataban unas a otras
por controlar este negocio. Se argumentan conveniencias económicas y políticas,
sin entrar en los corazones de quienes sufren estas adicciones, ni profundizar
más en sus raíces morales y familiares.
Poner
como ejemplo la venta y el uso del alcohol, es no advertir la gravedad del
sufrimiento que causa el alcoholismo, en los que padecen esta enfermedad y en
su familia. No se han acabado las mafias del alcohol, aunque ahora aparezcan
con nombres legales. Ciertamente se eliminó el gran negocio de otros tiempos
que significaba su contrabando a grande escala, pero hoy sigue pasando lo mismo
en menor escala.
La
libre venta y consumo del alcohol genera no sólo grandes ganancias para alguno
sin conciencia, sino que ha destruido personas y hogares, no con balas y
armamentos sofisticados, sino con la destrucción callada y progresiva que
genera el consumo irracional del alcohol. Hay que aprender el ejemplo de varias
comunidades que han decidido controlar la venta del alcohol, estableciendo una
ley seca, lo que les ha reportado muchos beneficios de toda índole, también
económicos y sociales.
Quienes
proponen que haya libertad para vender y consumir marihuana, no se han puesto
la mano en el corazón para comprender el embrutecimiento que sufren tanto los
negociantes como los consumidores, y sobre todo el dolor y desesperación de sus
familias. Sufren la muerte en vida. Si muchos jóvenes han muerto por la droga,
y otros sobreviven como cadáveres ambulantes, ¡qué sucederá cuando se tenga
libertad para vender y consumir!
Las
leyes son para proteger a la sociedad, para que las libertades personales no
dañen a los demás, no para legitimar un abuso que destruye personas y familias.
Estamos, pues, en contra de que se libere el uso y la venta de marihuana con
fines lúdicos. Pensemos en el bien de la sociedad, y no nos dejemos llevar por
la corriente, que siempre nos lleva hacia abajo. No lo hundamos más en el
abismo del libertinaje.

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