DESPUÉS DE PARÍS,
¿VOLVERÁ LA PAZ
ALGÚN DÍA?
Artículo escrito
por el Pbro. Luis Fernando
Valdés, Doctor en Teología.
Después
de los tristes atentados en París, empezó oficialmente la guerra de Francia
contra el Estado Islámico. Esta crisis internacional ha robado la tranquilidad
a Occidente, y a muchos les ha puesto a prueba su confianza en Dios. ¿Está
cerca otra gran guerra global?
1. Un inesperado
cambio de enfoque. Desde el trágico atentado a las Torres Gemelas de Nueva
York, aquel 11 de septiembre de 2001, fuimos testigos de una guerra de las
potencias occidentales contra grupos terroristas.
Nuestro
paradigma en aquel momento consistía en que las batallas se libraban en la
geografía de Medio Oriente, de manera que América y Europa estaban a salvo,
lejos de las acciones bélicas. Pero, después de París, la guerra llegó a
nuestra propia casa.
Ahora
ya nos detuvimos a pensar en la tragedia que es cada guerra: en las familias
que sufren la muerte de sus padres o hijos, en los bosques arrasados y las
ciudades bombardeadas. Pero esto no es nuevo para la otra parte del planeta:
¡la guerra siempre ha estado presente en Medio Oriente y en África!
Por
eso, el Papa Francisco al mostrar su dolor y su condena por atentado en París,
insistió una vez más en que estamos viviendo una “tercera guerra mundial a
pedazos”. Es decir, llevamos décadas con conflictos militares en muchos lugares
del planeta, pero no se suele hablar de ellos.
2. Los Pontífices y
la paz del mundo. La preocupación por la paz mundial ha estado en el primer
lugar de las preocupaciones de los papas de los siglos XX y XXI. Pío XI adoptó
como lema “la paz de Cristo en el reino de Cristo”, y expresamente manifestó
que deseaba continuar los esfuerzos puestos por Pío X, al que consideraba un
precursor en la obra de restablecer la paz, la cual fue el programa del
pontificado de Benedicto XV.
A Pío
XII le tocó en su primera encíclica, después de estallar la segunda guerra
mundial, comprobar cómo humanamente se venía abajo el ideal de su predecesor:
“En medio de este mundo, que hoy ofrece un contraste tan estridente con la paz
de Cristo en el reino de Cristo, la Iglesia y sus fieles atraviesan años de
prueba” (Enc. Summi Pontificatus, 20-X-1939, n. 36).
3. La “fórmula” de
Juan Pablo II. El Papa polaco explicaba que hay un límite para el mal y las guerras, aun cuando parece que nunca desaparecerán. Ese límite
consiste en el perdón, porque “¿qué significa perdonar sino recurrir al bien,
que es mayor que cualquier mal? Un bien que, en definitiva, tiene su fuente
únicamente en Dios” (cfr. Memoria e identidad, 27-36).
En esta
misma línea, ha sido sobrecogedor el mensaje que Antonine Leiris dirigió a los terroristas del ISIS
que asesinaron a su esposa en los atentados de París. En su publicación (que se
hizo viral), les dice: “no tendrán mi odio”, y también promete que no permitirá
que su pequeño hijo de solo 17 meses de edad crezca con temor ni odio al ISIS.
Juan
Pablo II escribió también que el nazismo parecía haber llegado para quedarse,
pero que desapareció, porque la Misericordia Divina le puso un límite. Es
decir, el mal sólo llega hasta donde Dios lo permite (cfr.Ibidem,
74-75).
Nos
llegaron tiempos de guerra, pero con un formato diferente a los anteriores.
Ahora el conflicto militar es contra terroristas y el escenario de combate son
nuestras propias ciudades. Junto con las medidas políticas y militares, es
necesario que el pánico inicial ceda su lugar al perdón y que la desconfianza
se convierta en una petición sincera a Dios para que ponga ya límite al mal.
Ahí están las claves para que retorne la paz.

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