¡RECUPEREMOS LO
MEJOR DE MéXICO, NUESTRA GRAN NACIóN!
Artículo escrito por el Pbro. Fabricio Calderón, Párroco de la Comunidad de
Ntra. Sra. de Guadalupe, en san Francisco de Campeche, Cam.
Hemos
iniciado el mes de septiembre, el cual desde hace muchos ayeres es llamado Mes
de la Patria, por los acontecimientos que se conmemoran durante el mismo. En
septiembre los edificios públicos, las calles, las casas y hasta los
automóviles, se llenan de una singular alegría tricolor, que nos llena de
orgullo, pues los símbolos patrios concentran el cúmulo de vivencias, anhelos y
tensiones que jalonean el alma de los mexicanos.
Éste es un tiempo especial para todos los mexicanos, pues «vibra con
especial intensidad el alma mexicana por la celebración del Bicentenario del
inicio de la Independencia de México, y se fortalece el sentimiento patrio». Se
puede afirmar que, en la bandera tricolor, se esconde el alma de este noble
pueblo.
El aniversario del inicio de lucha por nuestra Independencia como nación
mexicana es un acontecimiento digno de ser conmemorado y revalorado, pues han
sido doscientos cinco años de un caminar heroico, valiente, lleno de fe,
sufrido y, en ocasiones, espinoso.
La gesta heroica por la Independencia nacional es un acontecimiento
fundante de nuestra identidad mexicana, «Los acontecimientos que estamos
celebrando nos dan identidad como nación, como una historia en la que
reconocemos el paso de Dios. Estimamos nuestra historia, con sus luces y sus
sombras, con sus aciertos y sus errores, porque en esta historia el Señor nos
anima a “remar mar adentro”, trabajando hoy nosotros, como en el pasado lo
hicieron nuestros padres, por construir una Patria en la que podamos vivir con
dignidad, respeto, igualdad, libertad, justicia y paz».
«La Patria es algo más que el suelo que nos vio nacer; es un legado
espiritual que debe dar forma a nuestra vida». Mucho antes de que los
insurgentes empuñaran las armas en la lucha por la emancipación, ya se había
venido forjando paulatinamente un pueblo con características propias, una
nación nueva.
«Una realidad mestiza, desde los pueblos autóctonos que eran eminentemente religiosos, desde la nueva propuesta de los pueblos europeos y desde la experiencia cristiana. La fe en Jesucristo logró que quienes se veían distantes y antagónicos, se reconocieran como hermanos. La fe en Jesucristo permitió encontrar puentes que nos acercaran y nos invitaran a privilegiar la reconciliación sobre el encono» (CNH 65).
«Una realidad mestiza, desde los pueblos autóctonos que eran eminentemente religiosos, desde la nueva propuesta de los pueblos europeos y desde la experiencia cristiana. La fe en Jesucristo logró que quienes se veían distantes y antagónicos, se reconocieran como hermanos. La fe en Jesucristo permitió encontrar puentes que nos acercaran y nos invitaran a privilegiar la reconciliación sobre el encono» (CNH 65).
En nuestra historia, la intervención de santa María de Guadalupe, ha sido
un factor decisivo de integración, de dignidad y de búsqueda de justicia y
libertad. De esta forma, La Virgen de Guadalupe se ha convertido en icono de la
mexicanidad. En 1531, desde el Tepeyac, se actualizó esa novedad propia del
Evangelio que reconcilia y crea comunión.
«Esa nueva fraternidad propició un crecimiento en humanidad, de manera
que este germen, sembrado por Santa María de Guadalupe en el alma del pueblo
creyente, se ha ido desarrollando poco a poco, haciéndose presente
especialmente en los momentos más significativos y dramáticos de nuestra
historia. Es un acontecimiento fundante de nuestra identidad nacional» (CNH
11).
No ha sido una casualidad que Don Miguel Hidalgo enarbolara el estandarte
guadalupano para presentar a la Virgen Morena, no sólo como Protectora de una
Nación, sino como Forjadora de un País Independiente. Y fue muy significativo
que Don José María Morelos la haya proclamado como La Patrona de nuestra
Libertad. Ciertamente, «sin el ingrediente religioso, este movimiento o no se
hubiera producido o habría tomado otro rumbo» (CNH 33).
Por eso, al celebrar un aniversario más del Inicio de la lucha por la Independencia
Nacional, debemos valorar las acciones de muchos hombres y mujeres que con sus
virtudes, e incluso sus defectos, han participado decididamente en la
construcción y desarrollo de nuestra nación.
La celebración de las fiestas patrias deba ayudarnos a sentirnos
protagonistas en la construcción de un futuro con esperanza y renovado ardor
para nuestro país, para Campeche.
México es una gran nación, con una hermosa y gran historia. México es un
país bendecido por Dios. México es un gran pueblo que debe continuar su camino
hacia su propio progreso y desarrollo, en colaboración fraterna con las demás
naciones de América y de mundo entero.
México es una gran nación que merece presentar a todos un nuevo rostro cargado
de esperanza, donde la violencia dé paso a la paz; donde se construya la unidad
por encima de nuestras diferencias de sexo, de pensamiento, de edad, de
ideología, de religión, de partidos políticos.
Un nuevo rostro de un México donde trabajemos por la reconciliación a
pesar de las discordias, egoísmos y divisiones; donde se valore más la vida y
no la muerte, donde se viva la libertad y no la esclavitud que provoca el
crimen organizado, la violencia y las adicciones.
Un nuevo rostro de un México que se deje guiar por la sabiduría que
procede del Evangelio para alcanzar la paz y la serenidad.
Un nuevo rostro de un México que no busque obstinadamente quién es el culpable
de la escalada de violencia que vivimos actualmente, sino que encuentre un
camino para detener esta espiral de violencia que está deteriorando la
convivencia armónica y pacífica.
Un nuevo rostro de un México donde se acabe el dolor que hoy agobia a
muchas familias mexicanas. ¡Qué en Cristo, nuestra paz, México tenga vida
digna! ¡Recuperemos lo mejor de México! ¡VIVA MÉXICO!

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